Laura Gartija es una niña que se siente extraña en su casa: su mamá es su mamá, pero su papá vive en un marco y su otro papá, con el que vive, no lo es. Y ama a sus hermanas, pero no se parecen a ella. O eso cree.
Para colmo de males, también es una extraña en el colegio: su afición a los insectos, que heredó de su papá (que era un gran científico), la convierte en un bicho raro y en víctima del matoneo y la marginación de sus compañeros.
Todo es así hasta que alguien le pone a Lala el apodo de “La lagartija” y la niña se hace amiga de una lagartija de verdad. Estos hechos la llevarán a comprender y aceptar lo que es, y a descubrir nuevas dimensiones de sí misma, no sin sortear problemas con niños odiosos, niñas antipáticas y un bello proyecto de pantera.
Camilo y Laura son dos hermanos inseparables, populares en el colegio y con dos padres dedicados a ellos. Pero la realidad de la familia es mucho más oscura de lo que se puede ver a simple vista. Las drogas se vuelven un ritual constante para Camilo y, casi sin darse cuenta, su adicción va desmoronando su hogar. Laura, por su parte, se ve excluida de ese retrato familiar, por lo que se aísla y se aleja en su soledad, buscando su propia identidad. Poco a poco, Camilo intenta hacer un análisis y retrato de su vida, y nos adentra en un viaje lleno de altibajos, donde nos cuenta en detalle su lucha por vencer sus demonios, reivindicar a su familia y sobrevivir a sus tragedias personales.